Formatos híbridos. Creadores latinoamericanos


Formatos híbridos en Latinoamérica
A lo largo de estos años realizando proyectos en colaboración en más de una docena de ciudades latinoamericanas, hemos tenido la oportunidad de trabajar con un amplio espectro de artistas, arquitectos, activistas, recolectores informales de basura, instituciones y en general, individuos y colectivos con un alto nivel de implicación con su realidad local. Las particularidades de cada uno son muchas más que las generalidades. Entre todos esos actores que han participado y han hecho posibles los proyectos RUS, nos encontramos con ejemplos extraordinarios en cuanto a calidad de propuestas, originalidad, implicación y capacidad de trabajo. Un abanico amplísimo de actitudes, filosofías, maneras de entender la relación con el contexto y, en definitiva, de vivir. Es imposible trazar unas líneas genéricas que definan de forma certera un grupo tan heterogéneo –pensamos que en esa variedad y libertad de formatos es donde radica precisamente su mayor virtud–.

Sin embargo un análisis más profundo de todas estas experiencias nos descubre líneas de trabajo y marcos de actuación comunes que caracterizan de algún modo todos los proyectos que hemos llevado a cabo y que representan –desde Miami hasta Buenos Aires– una «manera de hacer» significativamente diferente a las dinámicas y procesos culturales a los que estamos habituados en Europa y más concretamente en España. Una muestra de actitudes hacia la creación que se han adelantado en cierto modo a la realidad que hemos vivido hasta ahora y que identificamos como una muestra de lo que vamos a vivir.

Transgrediendo los límites mentales
La primera revelación tiene que ver con los límites de actuación, o más concretamente con la transgresión de dichos límites. La realidad cotidiana que se vive en muchos de los lugares en los que hemos trabajado empuja a sus agentes a descubrir posibilidades de trabajo más allá de la propia inercia que marcan su formación o sus profesiones en un sentido ortodoxo. Un estudio de diseño puede organizar acciones de arte conceptual del mismo modo que un arquitecto puede plantear nuevos códigos de comunicación en el contexto urbano o un artista puede colaborar de igual a igual con una comunidad de clasificadores informales.

El campo de actuación es totalmente informe, carece de rastros o directrices que seguir. Para muchos de los colaboradores del proyecto RUS su campo de actuación se reinventa a diario. Permanentemente se construye un nuevo espacio de intervención que no existía previamente. Es posible que en muchos casos esta necesidad de crear nuevos horizontes esté relacionada con la dificultad de acceder a infraestructuras culturales y a la ausencia de un tejido creativo consolidado. Pero hay muchos otros factores de tipo cultural que resultan más determinantes y que definen una actitud más abierta a la hora de desarrollar un proyecto, como son el ímpetu creativo, la falta de prejuicios y en definitiva la libertad de movimientos en un espacio de trabajo mucho más virgen.

El conjunto de proyectos que hemos recopilado en esta publicación puede considerarse una muestra de esta heterogeneidad e hibridación de formatos de la que hablamos. Para nosotros ha sido increíble descubrir la naturalidad con la que la prácticamente todos los colaboradores han asumido trabajar en ese nuevo espacio de actuación que se sale de los marcos institucionales y disciplinares.

Nuestra trayectoria, desde los orígenes de Basurama, se ha caracterizado por una búsqueda –consciente o inconsciente– para superar límites impuestos culturalmente a todos los niveles. Tratamos de romper líneas rojas invisibles trazadas por instituciones, medios de comunicación e incluso por los propios agentes culturales y creadores, que terminan circunscribiendo el «campo de acción» en el cual la práctica artística, social y cultural se «debe» desarrollar. Cruzar esas líneas rojas, desafiar esos límites mentales es un objetivo y a la vez un motor para nuestra acción. En casi todos los proyectos que hemos llevado a cabo en Latinoamérica nos hemos sentido acompañados –e incluso empujados– por nuestros colaboradores en esa búsqueda de nuevos espacios de creación, debate, intervención y relación social, por encima de instituciones, estereotipos, disciplinas y clases sociales. Una actitud de libertad que nos ha permitido establecer conexiones entre realidades que conviven paralelamente en las grandes metrópolis latinoamericanas. Cortocircuitos en lo cotidiano que nos ayudan a desarrollar nuevas formas de creación colectiva y construcción social.

Creación de nuevos formatos y marcos de trabajo: estrategias de desarrollo alternativas
Esta libertad que identificamos en las prácticas artísticas latinoamericanas deviene en organizaciones enormemente flexibles, con una gran capacidad de adaptación y un compromiso con la realidad inéditos en nuestro contexto. Desde su fundación, en la Europa de los últimos 50 años, encontramos ejemplos de «activismo» y arte político que pregonan compromiso y cuestionan la institución pública, a la vez que se alimentan de forma menos pública –y menos publicitada– del mismo ente que supuestamente cuestionan. Frente a este panorama, en Latinoamérica nos encontramos con auténticos malabaristas del día a día. Artistas y creadores que, sin un colchón que les permita zambullirse en esa forma de «compromiso formal», se ven obligados a dialogar con todo tipo de agentes, a encontrar nuevos espacios de negociación con instituciones que implican un compromiso mucho mayor que el meramente formal o nominal. Esta situación de tensión implica una relación con el contexto mucho más directa y una confrontación real que contrasta con los ejercicios de «contestación mediática» antes mencionados.

Lo que inicialmente se puede considerar una estrategia de supervivencia en un contexto más agresivo y falto de recursos, se acaba convirtiendo en un factor de compromiso y capacidad de transformación de la realidad mucho mayor. Frente a la actitud de denuncia y contraprogramación –característico de la modernidad–, nos encontramos en Latinoamérica prácticas que, desde la necesidad, demuestran su capacidad para negociar y transformar de forma efectiva la realidad, a la vez que construyen un discurso contemporáneo independiente de la tradición contestataria moderna.

Actualmente asistimos a una ruptura con la tradición que ha definido el escenario de la práctica artística en España desde los noventa. Nuevos formatos híbridos surgen a diario y definen un nuevo escenario de negociación sin rendir cuentas a nadie. En cierta forma se produce un efecto análogo al que hemos vivido en Latinoamérica. A mayor presión del contexto, más capacidad de reinvención. La realidad social cambia y nuestro foco de interés está en estas dinámicas de negociación y transformación que constituyen un nuevo modelo de creación y relación con el contexto social e institucional. El modelo que ha marcado la pauta en los últimos años ha muerto, surge un nuevo espacio de indefinición, sin reglas y ataduras, para que los formatos híbridos tomen la iniciativa. Cuando esto ocurra no existirán formatos híbridos porque por definición todo el espacio será –ya lo es– híbrido.

 


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