La última semana del proyecto RUS Quito consistió en construir el espacio de manera relacional y experimentarlo desde las posibilidades de uso, generando, además, cruces entre agentes culturales diferentes y ampliando la oferta cultural del Centro. Aunque el proceso de construcción se retrasó y hubo poco tiempo para desarrollar esta fase, finalmente se produjeron varias actividades interesantes.
Se realizó un taller de rotulación popular, con el maestro rotulista David Hinojosa venido para la ocasión desde Guayaquil, con el objetivo de aprender las técnicas manuales de tipografía. La comunidad podría hacer suya la técnica y así poder rotular las fachadas para aumentar la visibilidad hacia el exterior de las actividades que se realizan en el interior del Centro Cultural. Fue muy instructivo y divertido. Fue coordinado con la artista-diseñadora , Ana Lu Garcés, que lleva años estudiando sobre gráfica popular en Quito.
El colectivo de artistas El Bloque se unió la última fase al proyecto y pensaron una intervención que consistía en colocar dos carteles de ADVERTENCIA en la puerta del centro con un mismo mensaje pero con distintas formas de afrontarlo. La comunidad debía decir dos semanas después con cual de ellos se quedaban. Los chicos de El Bloque propusieron durante las semanas siguientes unas jornadas de diálogo y reuniones con la comunidad para pensar las estrategias de seguridad y las políticas del espacio en el centro cultural.
Se realizaron cuenta-cuentos coordinados por Mundo Juvenil; hubo cine de verano (se proyectó la película quiteña «Que tan lejos» de Tania Hermida); un concierto móvil por el barrio en Bicichiva para abrir el espacio a La Ferrovaria y una jornada cultural-festival con ritos a la Pachamama (PUKA INTI) danzas folclóricas (Balcón Quiteño y Pacha Callari) y un concierto de fusión andina (IRK).
La construcción cultural del centro y la relación con el barrio son procesos lentos y complejos que no pueden abarcarse en un proyecto como éste de apenas tres semanas. Pero si pueden ser la chispa de posibles fuegos. El pretendido intercambio Norte-Sur de la ciudad (germen y motor del proyecto) para romper las barreras sociales y culturales de las dos ciudades se delató como una tarea inabarcable. A cambio se difuminaron otras barreras que estaban más cerca y no eran tan evidentes.
Muchas gracias a Henar por hacer posible este proyecto. Y a los Tranvía Cero y a los Alborde y a El Bloque y a la Comunidad de Pacha Callari. A la chicas de Mundo Juvenil, a Analu y a Pancho que documentó en vídeo el proyecto y que podremos ver en breve. A toda la buena y cariñosa gente con la que nos hemos encontrado en Quito.