Joan Miquel Oliver

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Bombón Mallorquín
Compositor, letrista y guitarrista de Antònia Font y responsable del debut literario más substantivo de 2008, El misteri de l'amor (Ed.Empúries), Joan Miquel Oliver es el mayor artista pop que ha dado la lengua catalana en los últimos treinta años. Sabíamos de su habilidad para explicar lo inexplicable con toda naturalidad. También de su talento para conseguir que lo cotidiano se convierta en algo realmente extraordinario. Y por supuesto, de la continua implosión de un universode apariencia familiar que, a la postre, resulta inabarcable. Pero ni el más capacitado de los eruditos en su razonable astronomía podía esperar una supernova de este calado: un disco, el segundo de su trayectoria en solitario, y un libro que lo desnuda de pies a cabeza, descubriendo los detalles de su gestación en un fascinante recorrido del primer al último tema. Y es que, como decía M.C. Escher, el inventor de los dibujos imposibles, “sorprenderse es la esencia de la vida”.

Vamos por partes. Primero fue el álbum, doce nuevas canciones que proponen un evocador y, en ocasiones, inquietante regreso al futuro. Con un título inspirado en uno de los helados clásicos de La Menorquina, "Bombón Mallorquín" (Blau, 2009), vuelve por un momento a la infancia de un autor que, buscando la inocencia, encuentra su propia voz. El solista que luchaba por vencer su timidez en aquel maravilloso "Surfistes en càmera lenta" (2005), el mismo que inmortalizó su estreno en directo -"Live in Paris" (2006)-,y el que consolidó su propuesta personal en el single "Sa nuvia morta / Hansel i Gretel" (2007) presenta poderes con un esfuerzo musicalmente incontestable. Críticos y hermeneutas hablarán de la tercera fase de los encuentros entre country y sicodelia (Lego), de la fundación del reggaetón acústico(Avió de paper) i de la conexión trip-folk de la dupla Polo de llimona / Polo de menta. Los recién llegados obtendrán el visado a un mundo donde los marcianitos despiertan a la (cruda) realidad, donde los árboles miran a las farolas y donde las historias de amor tienen –o no- un final feliz.Y todos, unos y otros, coincidirán en que escuchar estos treinta y cuatro minutos de pop puro es como paladear una delicia de nata y chocolate en una noche de agosto.

Pues sí, primero fue el disco, un disco que comienza donde acaba "El misteri de l'amor" y que, de alguna manera, engendraba otro misterio: el de (su) creación. Y Joan Miquel Oliver, generoso hasta el paroxismo a la hora de introducirnos en su intimidad, se aprestó a desvelarlo publicando sus apuntes en edición limitada y bajo el genérico "Quadern 2008" (Empúries, 2009). Convenientemente acotado, su cuaderno de trabajo testimonia la continua mutación de sus canciones y refleja la fragmentaria disposición de su ingenio recogiendo proyectos de novela, bosquejos de guiones cinematográficos, dibujos y poemas.Son ciento veinte páginas manuscritas que contornean el perfil de un personaje fundamental para entender la cultura pop contemporánea más allá de las fronteras geográficas y/o idiomáticas.