Carta a los europeos
Texto redactado en 2013 para la Universidad Popular de los Movimientos Sociales, tras participar en unas jornadas con el profesor Boventura De Sousa Santos y varios movimentos sociales estatales. Bajo el tema “La Reconstrucción del Pensamiento Democrático: la Democracia en Europa”, noos propusieron escribir una carta a Europa a partir de nuestra experiencia.
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Querida Europa,
Te escribimos desde Basurama, desde la cara B de las ciudades.
Nuestro nacimiento como grupo sucedió en el corazón europeísta y desarrollista de Madrid hace más de diez años, en una escuela de arquitectura que soñaba con construir (construir con ladrillos y acero) un futuro sin preguntas, excitada por un contexto global impecable.
De esta manera, nuestro proceso de aprendizaje formal se gestó en el marco de una construcción europea autocomplaciente que suponía la meta del desarrollo y el progreso iniciado por la generación de nuestros padres («ya somos Europa»!). Sí somos una generación que lo tenía todo por ganar y nada por perder, parecía que ya estaba todo aprendido, solo había que ponerlo en práctica.
Pero la realidad y la práctica nos llevó en Basurama a crecer a cara descubierta fuera de Europa, por cuestiones de oportunidad y sobre todo de deseo, de deseo de aprendizaje. Más de la mitad de nuestra práctica se ha realizado allá, principalmente en Latinoamérica (y más tarde en África también), siendo prácticamente nula nuestra experiencia en Europa, acá, más allá de la que hemos tenido en España. Experiencias allá, que nos han transformado radicalmente a nosotros como individuos y a nosotros como grupo en las formas de operar sobre nuestro entorno. Hemos sido euracas en la práctica.
- Aprender sobre Cómo aprender: aprender juntos / desparender juntos.
Antes de ponernos a pensar en cuáles son las experiencias que podemos aprender de los otros, nos preocupa sobre todo la manera de hacerlo. No se trata de generar o extraer lecciones posibles sino de construir espacios de aprendizaje común. Y este aprendizaje común traerá consigo muchísimos desaprendizajes necesarios. Desaprender para poder aprender juntos. La lecciones se nos imponen y nos reducen, nos anulan nuestras capacidades específicas; el aprendizaje/desaprendizaje nos abre un espacio, nos mezcla con otros, nos posibilita. Pero ¿cómo se abre ese espacio? ¿cómo se hace posible esta mezcla?
Por lo tanto, más que saber QUÉ aprender/deaprender, es interesante aprender/desaprender CÓMO hacerlo. La clave sería pensar cómo podemos fabricar una herramienta para caminar juntos. No dar lecciones a nadie, no recibir lecciones de nadie. El espacio ideal sería romper la bi-direccionalidad del aprendizaje y generar un espacio de pedagogía basada en el trabajo conjunto y en aprender haciendo juntos. Hoy en día existen muchas herramientas que posibilitan este hacer juntos, pero la clave es tener la voluntad de hacerlo. Voluntad de generar un espacio de interacción sin caer en paternalismos ni en superioridades morales, uno de los grandes puntos débiles de nuestras democracias. Es necesaria la creación de nuevos formatos y marcos de trabajo donde se desarrollen estrategias de desarrollo horizontales, distribuidas.
Es clave por tanto, lograr aprender/desaprender juntos sin tener que menospreciar los saberes de los otros. Y también sin tener que mitificarlos, que muchas veces nos obliga a replicar sin pensar, a seguir sin cuestionar. ¿Es esto posible?
Esta cuestión nos enfrenta a un primer problema evidente: el salto cultural/social/estético/político importante entre los diferentes agentes, entre el allá y el acá. Entre Europa y los otros, entre los otros y los otros, entre ellos y nosotros, es decir, entre todos nosotros.
Un propuesta a estudiar sería la construcción colectiva de una Escuela de Traducción. ¿Cómo traducir contextos y conceptos en las distancias (físicas, mentales etc)? La traducción se basa en la imposibilidad y ahí reside su peligro, pero también su potencialidad. La traducción acaba siendo una traición en numerosos medios de comunicación oficiales. ¿Quién traduce? Tenemos que ser conscientes que todo el tiempo estamos traduciendo, no vivimos al margen. ¿Qué significa por ejemplo «trabajo» en Argentina? ¿Qué es «escrache» acá o allá? ¿Qué es «justicia y castigo» en Madrid? Nosotros, los de acá y los de allá tenemos el poder de traducción. Tenemos que poder ser transductores nosotros mismos.
Llegados a este punto, lo mejor y más emocionante, es que tenemos la certeza de que ese espacio posible de aprendizaje común, -no el de dictar lecciones-, ¡ya se está produciendo en la parte más viva del ecosistema en la ciudad! donde se desarrollan las iniciativas ciudadanas, de allá y de acá, solo falta conectarlas de manera más directa. Es un proceso bottom up que tiene que llegar y llegará hasta arriba, hasta vosotros, los dirigentes políticos y las instituciones europeas.
- Aprender sobre Qué aprender: dos aprendizajes puntuales
Una vez planteada la cuestión del cómo, nos gustaría también compartir contigo Europa dos temas muy concretos y a la vez muy abiertos que hemos podido identificar en nuestra experiencia latinoamericana como euracas.
2.1 La hibridación de la vida. La ruptura de las especializaciones. Formatos híbridos en Latinoamérica
A lo largo de estos años realizando proyectos en colaboración en más de una docena de ciudades latinoamericanas hemos tenido la oportunidad de trabajar con un espectro amplio de artistas, arquitectos, activistas, recolectores informales de basura, instituciones y en general, individuos y colectivos con un alto nivel de implicación en su realidad local. Las particularidades de cada uno son muchas más que las generalidades. Entre todos esos actores, nos encontramos con ejemplos extraordinarios en cuanto a calidad de propuestas, originalidad, implicación y capacidad de trabajo. Un abanico amplísimo de actitudes, filosofías, maneras de entender la relación con el contexto y, en definitiva, de vivir. Es imposible trazar unas líneas genéricas que definan de forma certera un grupo tan heterogéneo (pensamos que en esa variedad y libertad de formatos es donde radica precisamente su mayor virtud).
Sin embargo un análisis más profundo de todas estas experiencias nos descubre líneas de trabajo y marcos de actuación comunes que caracterizan de algún modo todos los proyectos que hemos llevado a cabo y que representan una “manera de hacer” significativamente diferente a las dinámicas y procesos culturales a los que estamos habituados en Europa y más concretamente en España. Una muestra de actitudes hacia la creación que se han adelantado en cierto modo a la realidad que hemos vivido hasta ahora y que identificamos como una muestra de lo que vamos a vivir.
La primera revelación tiene que ver con los límites de actuación, o más concretamente con la transgresión de dichos límites. La realidad cotidiana que se vive en muchos de los lugares en los que hemos trabajado empuja a sus agentes a descubrir posibilidades de trabajo más allá de la propia inercia que marcan su formación o sus profesiones en un sentido ortodoxo. Un estudio de diseño puede organizar acciones de arte conceptual del mismo modo que un arquitecto puede plantear nuevos códigos de comunicación en el contexto urbano o un artista puede colaborar de igual a igual con una comunidad de clasificadores informales.
El campo de actuación es totalmente informe, carece de rastros o directrices que seguir. Para muchos su campo de actuación se reinventa a diario. Permanentemente se construye un nuevo espacio de intervención que no existía previamente. Es posible que en muchos casos esta necesidad de crear nuevos horizontes esté relacionada con la dificultad de acceder a infraestructuras culturales y a la ausencia de un tejido creativo consolidado. Pero hay muchos otros factores de tipo cultural que resultan más determinantes y que definen una actitud más abierta a la hora de desarrollar un proyecto, como son el ímpetu creativo, la falta de prejuicios y en definitiva la libertad de movimientos en un espacio de trabajo mucho más virgen.
Esta libertad que identificamos en las prácticas artísticas latinoamericanas deviene en organizaciones enormemente flexibles, con una gran capacidad de adaptación y un compromiso con la realidad inéditos en nuestro contexto local en España, donde sí encontramos ejemplos de “activismo” y “arte político” que pregonan compromiso y “cuestionan” la institución pública, a la vez que se alimentan de forma menos pública (y menos publicitada) del mismo ente que supuestamente cuestionan.
Frente a este panorama, en Latinoamérica nos encontramos con auténticos malabaristas del día a día. Artistas y creadores que, sin una colchón que les permita zambullirse en esa forma de “compromiso formal”, se ven obligados a dialogar con todo tipo de agentes, a encontrar nuevos espacios de negociación con instituciones que implican un compromiso mucho mayor que el meramente formal o nominal. Esta situación de tensión implica una relación con el contexto mucho más directa y una confrontación real que contrasta con los ejercicios de “contestación mediática” antes mencionados.
Lo que inicialmente se puede considerar una estrategia de supervivencia en un contexto más agresivo y falto de recursos, se acaba convirtiendo en un factor de compromiso y capacidad de transformación de la realidad mucho mayor. Frente a la actitud de denuncia y contraprogramación (característico de la modernidad), nos encontramos en Latinoamérica prácticas que, desde la necesidad, demuestran su capacidad para negociar y transformar de forma efectiva la realidad, a la vez que construyen un discurso contemporáneo independiente de la tradición contestataria moderna.
Actualmente asistimos a una ruptura con la tradición que ha definido el escenario de la práctica artística en España desde los noventa. Nuevos formatos híbridos surgen a diario y definen un nuevo escenario de negociación sin rendir cuentas a nadie. En cierta forma se produce un efecto análogo al que hemos vivido en Latinoamérica. A mayor presión del contexto, más capacidad de reinvención. La realidad social cambia y nuestro foco de interés está en estas dinámicas de negociación y transformación que constituyen un nuevo modelo de creación y relación con el contexto social e institucional. El modelo que ha marcado la pauta en los últimos años ha muerto, surge un nuevo espacio de indefinición, sin reglas y ataduras, para que los formatos híbridos tomen la iniciativa.
2.2. Un visión ecológíca de lo cotidiano. Aprender/desaprender desde la basura.
La relación con la Basura y el consumo ha sido el punto de partida, el medio, y el objeto de nuestro trabajo en Basurama. La basura, para nosotros ha sido un lugar de subversión gratuito, en plena sociedad de consumo, desde el exceso y el capitalismo cotidiano en el que convivimos. Pero la basura, allá, se cruza de cuajo con la necesidad, con la supervivencia, con la exclusión social, con la pobreza. Ese fue nuestro primer trabajo de traducción a cara de perro en nuestras primeras experiencias latinoamericanas.
Basura, o desperdicio, es toda materia que ha sido desaprovechada y que no tiene ya un uso, al menos aparente. Es una fuente de recursos energéticos y materiales, pero que en un estado de sobre abundancia de producción, consumo y desecho como en el que vivimos en los llamados países desarrollados, suele pasar desapercibida. En Europa tenemos que desaprenderlo todo sobre la basura. Se considera que la basura es algo negativo y queremos mantenerla alejada de nosotros. Sin embargo, en condiciones de precariedad y necesidad, surge de forma natural el acercamiento a lo que otros han clasificado como desecho. Los residuos pasan a ser lo que siempre han sido: materia, un recurso básico, tanto para su venta como materia prima u objetos de segunda mano como para ser usada como material constructivo. La basura siempre tiene valor, y en Latinoamérica, además, siempre tiene un precio.
Los “clasificadores” o «recolectores», las personas que viven de separar basura, son uno de los elementos fundamentales a la hora de comprender el fenómeno de la basura en Latinoamérica. Por el sistema que tienen de recoger los residuos (a pie de calle, cobrando por ello, etc), el tratamiento que se le da a los residuos es más cercano, y también más humano. Ambos factores son muy interesantes en un hipotético programa de reducción del consumo: cuando los residuos se ven, se palpan y se pesan, se tienen más en cuenta.
El caso de la recolección de basura de México DF es un ejemplo interesante para entender el valor ecológico de todos los agentes informales implicados en el proceso. La minuciosa separación que realizan todos los clasificadores hacen que el sistema de reciclaje –y, por tanto, de reducción de los residuos que van a los vertederos– sea más eficaz de lo que podría ser, por ejemplo, contando sólo con el presupuesto del Gobierno del DF. Por otro lado, los carretoneros, que son los clasificadores que llevan un carro, conforman una eficiente red de reutilización de materiales y muebles. Algunos de los enseres recopilados, o simplemente comprados, son revendidos en los rastros o mercadillos de segunda mano, evitando así que vayan al vertedero o a procesos de reciclaje. En España, en contraposición, los residuos voluminosos son oficialmente dispuestos en los vertederos o vendidos como material a las industrias de reciclaje -un gran negocio-. De esa manera, indirectamente, las administraciones fomentan el consumo facilitando el desecho de los objetos: los recogen puerta a puerta de manera gratuita, lo que hace más fácil comprar otro para reemplazarlo. La labor del carretonero es, al contrario, una eficaz manera de reutilizar muebles a través de su venta en mercadillos.
El hecho de ir paseando la basura a la vista de todos cumple una función fundamental para construir un paisaje urbano alejado de la visión “limpia” que siempre quiere ofrecerse en las ciudades de países desarrollados, retórica que esconde la máxima de “una ciudad limpia es la base para una mala gestión de los residuos”.
Con estos dos ejemplos muy específicos, aprender/desaprender desde la hibridación y desde la basura en sus contextos latinoamericanos, nos gustaría señalar la necesidad de no caer en errores repetidos, sino evidenciar la potencia y la alegría que supone caminar juntos. Solo hay que hacerlo posible de una manera más radical. Por eso, Europa de las instituciones, te proponemos hacer hueco para este espacio posible, romperte en mil si hace falta y hacerte permeable para hacerte apropiable, porque desde acá abajo, allá al otro lado, acá en este, ya se está haciendo: caminar juntos.
Con cariño y afecto, basura y amor
Basurama
PD.:
El amor desde las canciones de amor latinoamericanas
La protesta desde la canción protesta
Y las canciones que se cantan en los estadios de fútbol
La ciudad moderna, la única que existe, pues
La informalidad
Los formatos híbridos
Los mercados de segundas y terceras manos
Y la creatividad por necesidad
El escrache, el sí se puede, el juicio y el castigo
Los recolectores y sus sistemas de recolección. Reciclar es amor
El valor sociológico de los cartoneros
Los carritos moviles en las calles como nodos de producción social
La venta informal
La música en todos los lugares (buses, tiendas, cerebro, cuerpo…)
Y el baile como lenguaje de comunicación
Las editoriales cartoneras
La cumbia
La tipografía popular
La potencia de la artesanía
La belleza de la suciedad y la fealdad de lo limpio
El macarrismo
Y la importancia del SUR
La chicha morada, que es chicha y no limoná
La honradez
El surrealismo
El ecologismo, el medioambientalismo, o como se quiera llamar
Y el buen vivir
El tabaco (gracias!)
El barroco (¿cómo creábamos antes?)
La papa (¿qué comíamos antes?)
El tomate (¿existiría antes de él la ensalada napolitana?)
Y los infinitos zumos naturales (inimaginables!)
El perspectivismo
Los ritmos sincopados
El travestismo
El cajón, que no es flamenco
Y la tranquilidad de la impuntualidad
Hablar sin pelos en la lengua
La libertad
El tamaño que tiene el mundo
La actitud poética
Los poemas más salvajes
Y la conciencia del nosotros