Cuatro conceptos y dos hipótesis sobre participación
Abstract
A partir de la experiencia de los autores, este texto pretende ofrecer una serie de conceptos claves en torno a la participación en la actualidad: Pretende preguntarse sobre algunas intuiciones en torno a la vigencia y utilidad en la cuestión de la participación de la Lógica de la abundancia, la Cooperación, la Precariedad y el Trabajo en los campos. Partiendo de la importancia actual de la cooperación, y utilizando la precariedad como herramienta, siempre con la lógica de la abundancia, podemos nutrirla para producir y gestionar lujos colectivos que podamos disfrutar para producir vidas que merezcan la pena ser vividas. Se repasan algunos de los límites de estos procesos, y se lanzan algunos retos que la participación afronta en los tiempos de su expansión, de modo que pueda ampliar su impacto e importancia: el texto lanza algunas preguntas sobre la producción colectiva, la superación de la lógica de la participación clásica, la creación de una autogestión potente y poderosa, lejos del fetichismo de la autogestión, etc.
Reflexionando sobre la concepción del arte de Isidoro Valcárcel Medina, y a partir del acercamiento concreto en torno al arte y la arquitectura participativa ó colaborativa que Basurama ha venido desarrollando, el texto se pregunta sobre obras de arte actual colectivas, desde la propia producción cultural hasta la imaginación política, además de la gestión del espacio público urbano. Todos esos fenómenos son procesos participativos que necesitan de una ética y una estética, que no puede ser diseñada a priori, sino que sólo puede ser construida para cada situación, a partir de liderazgos flexibles y obedientes, construcción de cuidados, confianza, desborde e inteligencia colectiva.
palabras claves: Autogestión. Participación. Arte. Arquitectura. Lujos colectivos. Cooperación. Abundancia.
Cuatro conceptos, dos hipótesis y algunas intuiciones sobre participación hoy en día1
Abundancia – Cooperación – Precariedad y Trabajo en los campos
(o fetichismo, auto-explotación y consumo).
Abundancia
Vivimos en tiempos de abundancia2. Nunca ha habido tanta riqueza en tantos campos y en tantos lugares, y casi nunca en la historia ha estado tan mal repartida. La crisis que vivimos en Europa es sólo en parte económica. Sobre todo es una crisis financiera que surge de la ampliación enorme de la desigualdad que las élites han logrado imponer a partir del estallido de la burbuja inmobiliaria3, una vez que ésta rubrica el fin de la última máquina recalentada de crecimiento económico que funcionaba en el mundo occidental. La escasez no es más que una estrategia creada como excusa y mecanismo de extracción de nuestra riqueza común, que por su parte ha venido multiplicándose en los últimos tiempos.
La crisis actual, es también una crisis de representación (¡que no, que no, que no nos representan!). Es una crisis que surge como conflicto entre la escasez y la lógica de la abundancia, que se amplía con la emergencia e imposición de la cooperación como contraposición a la competencia.
En España, desde la irrupción del movimiento 15-M, ese terremoto que está destruyendo el régimen político y social español fundado a la muerte de Franco, en 1978, uno puede dar un grito por redes sociales y, literalmente, estar acompañado por cientos de personas para abrir la puerta de un edificio de viviendas terminado pero sin habitantes, o para lograr la cesión de un espacio industrial que no pudo ser transferido a la ciudadanía durante 30 años de luchas vecinales. Es más, aunque no estén a tu lado, o no estén pensando como tú, sabes que muchos otros están en sus lugares, pensando sus casos específicos, pensando y trabajando contigo.
Esa abundancia política es la misma de la que disfruta Chile cuando los estudiantes de secundaria toman sus liceos. ¿Quién podía pensar que había miles de cabros chicos dispuestos a encerrarse durante meses con sus compañeros para cambiar la más que imperfecta democracia chilena?4 Estos movimientos pueden existir en todo lugar, en todo momento, siempre que nutramos la abundancia mediante la cooperación.
¿Cómo hacer que esa abundancia no sea una colección de anécdotas, si no un archipiélago de fenómenos que se multiplican desde su práctica específica? [Participar podría significar nutrir la abundancia]
Cooperación
«Colaborativo» podría ser un sinónimo, más de moda, que también nos gusta mucho, pero en este caso no estamos pensando en un sistema económico concreto. Hablamos de “cooperación” entendida como la actividad contraria a “competición”.
Al contrario que otros sistemas de poder, la arquitectura está organizada en concursos “públicos”, “legales”, “igualitarios”, más o menos “transparentes”. Dichos concursos ponen a los estudios a competir entre ellos, a luchar para ganar, para imponerse a otros. Se supone que los ganarán con razones lógicas, objetivas, comprobables, y que eso les hará destacarse, despuntar. Sin embargo, sabemos que eso es imposible, puesto que el mundo de la arquitectura es doblemente abundante; por un lado trata con un sólo saber: la arquitectura, que es una forma muy concreta y única de relacionar a los humanos con la naturaleza, y que se nutre con todas y cada una de las propuestas presentadas a un concurso. ¿Cómo podríamos fomentar cooperaciones de arquitectura en lugar de competiciones de arquitectura? Por otro lado, la arquitectura siempre construye la ciudad, que sólo puede ser una para todos sus habitantes. Hay ciudades infinitamente segregadas, pero incluso en ellas la ciudad es un sólo ente compuesto por todas sus partes. ¿Cómo podríamos hacer ciudades y regiones cooperativas para sustituir la famosa competencia entre regiones?
Eric Hobsbawn afirmaba que el mayor lujo del que había disfrutado la humanidad era el metro de Londres, mucho mayor que ningún palacio asiático o vaticano. En efecto, es fácil ver el hecho de que ese entramado kilométrico de túneles y trenes que llegan y salen a la hora sin chocarse es un proyecto que sólo puede soñar, desarrollar, construir y mantener una sociedad completa. Es un lujo colectivo, como lo son los sistemas de salud y educación públicos, los tiempos y retribuciones del trabajo de cuidados o el acceso a alimentos de buena calidad.
[Participar podría significar crear con otros]
En el extremo opuesto está el lujo individual, basado en el individualismo: Según la receta del desarrollismo contemporáneo, incluimos en las ahora mal llamadas “clases medias” a aquellos que con SU trabajo y por SU camino, pueden acceder al consumo de bienes privados, pequeños lujos que no aportan nada a los demás. Puede ser un BMW de gran cilindrada en Alemania, o un aire acondicionado en Argentina. El consumo organiza la vida al contrario que lo hace la cooperación.
¿Cómo podemos seguir creando economía real a partir de la cooperación?
Precariedad
Vivimos en tiempos y espacios precarios. Así ha sido siempre, desde que pudimos tener nuestra propia economía. El precariado europeo desde los 90: con su falta de empleos estables, y el eterno precariado suramericano, con sus miles de viviendas y barrios informales. Salvando las distancias, compartimos unas muy parecidas falta de empleo, de estabilidad, y de posibilidad de proyección. Sin duda nos movemos bien en este paradigma porque es el que tenemos, en el que hemos aprendido. Pero sólo podemos trabajar desde la precariedad como una manera de cooperar para producir abundancia. No debemos celebrarlo como un éxito, o plegarnos a ella como única solución, porque ello nos llevaría a la auto- explotación, que tal vez sea peor que la explotación del patrón. Desde el paradigma de la precariedad, queremos proponer soluciones innovadoras, de menor coste, proponer nuevos estándares. Esas soluciones sólo tienen interés si pueden ser felices, ofrecer mejoras para todos, lograr derrotar el despilfarro y la corrupción que lleva aparejada los sobrecostes, sobre todo si logran superar las enormes desigualdades que propone el diseño como lujo, la arquitectura como valor añadido para una zona segregada.
En Basurama hemos intentado estirar los presupuestos, derivar altos porcentajes a pagar personas en lugar de gastarlos en materiales, aviones, alquileres, volantes y cócteles. Esa situación, sin embargo, más de diez años después, se ha institucionalizado en una forma de la producción que da, muy al contrario, menos por más: se hacen más producciones que nunca, pero todo estamos constantemente “haciendo milagros”: desde sacar un fanzine fotocopiado hasta desarrollar un festival de arte público que dura varios meses, todo parece un milagro. Pero los milagros no existen. Son explotaciones infinitas de cada vez más personas, durante más tiempo.
La precariedad puede hacer bajar aún más la línea de lo “barato”, mientras que lo caro no deja de subir su precio. La desigualdad, por tanto, se ensancha en los dos sentidos.
En Basurama hemos tratado de aprender de la informalidad. Hemos intentado aplicarla a nuestras necesidades y las de otros con los que hemos trabajado, de modo que todos podamos disfrutar de esa sabiduría colectiva. Pensábamos, héroes a nuestra manera en los tiempos de los arquitectos estrella, que podríamos cambiarlo TODO proponiendo estándares precarios, manuales, humanos o informales; que podrían ser lujos colectivos. Sin embargo, nosotros somos cada vez más precarios y los ricos son cada vez más ricos. ¿Cómo podemos construir -o recuperar- entre todos los lujos colectivos a los que todos debemos poder tener acceso en estos tiempos de abundancia y riqueza?. ¿Cuidarlos podría ser una manera interesante de construir vidas que merezcan la pena ser vividas?
[Participación podría significar mantenimiento y cuidado]
Trabajar en el campo:
Desde Basurama proponemos trabajar en los campos con los que queremos cooperar. En ese sentido, cuando hablamos de autogestión hablamos de querer y poder gestionar aquello necesario para vivir vidas que merezcan ser vividas. Por ello, no podemos trabajar desde “el campo del arte” ó “el campo de la arquitectura”, que son, como todos los demás, bastante autorreferenciales, autistas y cerrados en sí mismos. Para poder cooperar tenemos que poder trabajar en los campos específicos donde se dé la vida: el baloncesto, la horticultura, la política pública, la electricidad, el medioambiente o la educación, e infinitos más, en todos ellos, pero siempre con ellos, y no desde “nosotros” hacia “ellos”. No hacemos cosas para la gente. Hacemos cosas con personas, y aportamos lo que sabemos. Porque la gente ya hace sus cosas. Y las hace mejor que nosotros. Pero entre todos sabemos hacer muchas cosas, casi todas las cosas. [Participación es gestionar] / [Participación es solucionar].
Además de servir para solucionar o gestionar, nuestros saberes técnicos (los que todos tenemos en estos tiempos de auto-formación: tecnología, informática, cocina, estructuras, leyes, carpintería…) no nos deben bloquear la posibilidad de la creación, el delirio y, mucho menos la de el desborde. Este sólo puede existir cuando nos dejamos y proponemos empujar, caminar hacia nuevos lugares juntos que ninguno de los dos sabemos que existían y a los que no podremos llegar si caminamos separados.
Para que el desborde pueda ser operativo, y sabiendo que es fundamental para llegar a nuevos lugares, tenemos que trabajar con el campo específico, y ser conscientes de la responsabilidad del liderazgo: Un liderazgo flexible, obediente y que genere confianza, que pueda circular sin desaparecer y que no imponga más que aquello de lo que puede responsabilizarse. Tal vez ese “liderazgo” sólo pueda tener como sinónimo una “estética”, adaptada a cada caso. [Participación es proponer]
En Basurama hemos propuesto en muchas ocasiones actividades de ocio, absurdas o delirantes. Pensamos que todas ellas son necesarias para poder vivir, especialmente cuando son innecesarias o antieconómicas. Desde nuestra posición y nuestras posibilidades, sentimos la obligación de proponer todo aquello a lo que no estamos obligados para ensanchar el campo de lo posible. ¿Cómo podremos ampliar lo posible solucionando lo urgente? ¿Cómo podemos ampliar lo deseable a partir de gestionar lo necesario?
¿Con la participación del público?. El público no puede participar.
En términos de abundancia, el arte es casi infinito. Sería mucho más que abundante, pues no es una cosa que se haga, sino que es una forma de hacer las cosas, como lo son el amor o la danza. Por ello, puede reproducirse en y por todos los seres humanos. Si toda persona es un artista, entonces toda persona de el público podría ser “el creador” en la obra a la que se le invita a participar. Si tomamos la certera definición de Isidoro Valcárcel Medina de arte, que dice que “arte es todo aquel acto consciente y responsable”, tendríamos que proponer que los “participantes”, más que modificar o definir la obra en la que participan, para participar en ella como artistas, tienen que poder ser conscientes de sus actos. Si seguimos con la definición de Isidoro, el arte debería ser una vía al conocimiento. A esa definición, nosotros le añadimos el hecho de que debe ser una vía hacia un conocimiento propio que podamos compartir con los demás. Como tal, el arte no es un medio de comunicación, con lo que no necesita de “público” para existir. Por todo ello, los participantes de una obra no pueden ser “el público” de la misma, si no sus creadores.
Por su parte, como en la parábola de los ciegos y el elefante5, cuando hacemos una obra múltiple, participada, desbordada, el número de significados de la obra se multiplica: no sólo existe el que cada cual puede darle libremente -libertad como sinónimo de responsabilidad-, también existe el que cada cual puede encontrar en el significado que los otros le dan, generando un crecimiento exponencial de combinaciones. En una obra comercial o en una participación demasiado mediada, el significado es único: el que uno pretende contarle al público. [Participar podría significar crear; ó actuar de manera libre y consciente]
Como siempre que nos fijamos en la clásica paradoja de que la mayor obra del arte español reciente es @acampadasol, corremos el riesgo de quedar encallados ante la imposibilidad de proponer nada similar. Sin duda es un fenómeno que sólo puede darse con mucho desborde y mucha inteligencia colectiva, que son fenómenos que dejan de existir si han sido previamente diseñados, pero podemos aprender de lo que allí se daba y aún se da en sus muchas réplicas. En términos de abundancia, en ella se permite y fomenta la posibilidad de generar un caldero enorme e infinitamente rico, el cual nadie puede apropiarse ni controlar. Un montón de lucecitas posteando lo que quieren, un montón de posters hechos a mano pegados en la pared. En términos de consciencia, tanto como en una fiesta popular, todos sus participantes son o pueden ser infinitamente conscientes de lo que y cómo está pasando, y responsables de cómo pueden y deben participar en ello: los sistemas organizativos emergen y desaparecen siempre que sean útiles y efectivos, y son desbordados constantemente. En términos de libertad, sabemos que millones de personas vieron significados distintos, como demuestra el hecho de que tres años después seguimos discutiendo qué es lo que ocurrió allí.
¿Es participación la autogestión?
La autogestión es un término que se impone en nuestra época, como el paradigma último de la muy deseable participación. Si supuso en el pasado uno de los iconos más importantes del anarquismo y el libertarismo, hoy en día tiene cabida en mucho discursos de muy diversa índole y orientación política. Como decíamos más arriba, queremos solucionar, proponer y crear. Por el contrario, resulta el proyecto más estéril de la participación dedicar el tiempo de todos a gestionar las malas ideas o los proyectos personales, o a gestionar la miseria o algunas pasiones tristes. Contribuir al ego y la obra de un artista mediante una obra participativa (No quiero pensar en ninguna obra de Basurama) resulta en este caso un ejemplo muy sencillo y explicativo del despropósito, pero no es menos inútil y estéril que dedicar la vida a gestionar la ciudad o la política como si fuera una reunión enfangada de vecinos de un edificio.6
Igual ocurre con el público, el participante y el consumidor:
En los espacios públicos autogestionados que se ve vienen multiplicando en el estado español desde 2009-20107, suceden muchas cosas informales a diario, cosas «urbanas» (leer, besarse, no ir a clase, pasear al perro, tomar el sol…). Personas que disfrutan del oasis de libertad que suponen. Estas situaciones se confrontan constantemente con las actividades organizadas por algunos organizadores que lo utilizan, y que también lo disfrutan. Actividades que tienen un horario, unas normas, unos derechos y unos obligaciones. A esas actividades también va un público y suelen estar participadas por mucha gente -un ciclo permanente de grafitti ó cine, una universidad libre, un grupo de gente que se junta los lunes a cantar, un torneo cooperativo de baloncesto o alguno de los muchos huertos urbanos de la ciudad y mil cosas esporádicas mas-. Una asamblea de (auto)gestión lidia con el día a día, y siempre a punto de ser comida por el día a día, aún pretende experimentar, proponer y avanzar en la gestión, contenido, legislación y usos y costumbres del espacio público contemporáneo y madrileño. Al menos de ESE espacio público, que no deja de formar parte de EL espacio público de nuestras ciudades.
Todos ellos conforman cada uno de esos espacios público, y todo EL espacio público, así como lo conforma todo aquel que vive en Madrid, siempre de manera distinta a cómo lo conforma aquel que vive en sus edificios colindantes.
[Reconocer esas distintas maneras de relación, responsabilidad, afección y afecto podría significar participación].
Sin embargo, en cualquiera de esas formas de relacionarse con esos espacios, hay algunas personas que toman este espacio como un lugar que puede consumir. Un servicio infinitamente gratuito y desrregulado del que puede hacer uso de manera muy ventajosa. Si decide consumirlo, entonces pone en en juego una lógica contraria a la que puede construirlo. [Consumo no es participación]. Explorar ese camino del que venimos hablando en este texto, entre responsabilidad/ cuidado/ disfrute, podría ser una nueva forma de participación que no sólo implique entrega/ burn-out/ poder/ control.
BIBLIOGRAFÍA
Materiales propios:
- Basurama. “Cuidadano”, entrada de la Enciclomierda. Publicada en el blog de La Ciudad Viva. Octubre de 2013. http://www.laciudadviva.org/blogs/?p=19492
- Basurama. Rus: Espacio público y basura en América Latina. 2008- 2010. Ed. Delirio. Salamanca, 2011. Edición digital en: http://basurama.org/rus
- Basurama. 6000km: Paisajes después de la batalla. Autoeditado. Madrid, 2011. Versión descargable en: http://6000km.org
- Basurama. Respuestas completas a cuestionario para el Discussion Paper de la 6ª Cumbre Mundial de las Artes y la Cultura. Santiago de Chile, 2014. http://basurama.org/novedad/respuestas–completas–a–cuestionario–para–el–discussion–paper–de–la-6a–cumbre–mundial–de–las–artes–y–la–cultura
- Colectivo 15 Muebles: Manifiesto Mobiliarista: http://www.15muebles.org/15muebles/about/
Otros autores:
- Del Olmo, Carolina. ¿Dónde está mi tribu?. Clave Intelectual. Madrid, 2013.
- Jacobs, Jane. Vida y Muerte de las grandes ciudades americanas. Capitán Swing, Madrid 2011.
- La compañía de las indias. Indianopedia: artículo “lógica de la abundancia”. http://lasindias.com/indianopedia/logica–de–la–abundancia
- Negri, A. y Hardt, M. Commonwealth. Ed. Akal, Madrid 2011.
- Revista crisis #3 Todo Legal. Feb-mar 2011. Buenos Aires
- Revista crisis #5 Los modales del modelo. Jun-jul-2011. Buenos Aires
- Rodríguez, E. y López. I. La crisis que viene. Traficantes de Sueños, Madrid 2011.
- Valcárcel Medina, Isidoro. La Ley del Arte. Ed. Sala Parpalló, Valencia 2010.
- Virno, Paolo. Ambivalencia de la multitud. Tinta Limón, Buenos Aires 2012.
- Viveiros de Castro, Eduardo. Antropologías caníbales. Katz. Buenos Aires, 2011.
- Web: www.inteligenciascolectivas.org
1 Este texto está basado, en parte, en una conferencia ofrecida en la Galería 0047 de Oslo en abril de 2014, para la que Antipodes Café preparó las imágenes. Dicha conferencia tuvo lugar en el evento “OAF Pop- Up: Young Spanish architects”. El vídeo de la intervención de Basurama puede verse aquí: https://www.youtube.com/watch?v=Vhpw9Fdz4ss
2 Ver artículo de la indianopedia “Lógica de la abundacia”: http://lasindias.com/indianopedia/logica–de–la–abundancia
3 Leer libro “La crisis que viene”, de Emmanuel Rodríguez e Isidro lópez.
4 Ver película de Cecilia Barriga. “3 instantes, un grito”. Estrenada en 2014.